Eliana Medina llegó a San Lorenzo hace 16 años. Capitana del equipo femenino de Futsal y Fútbol 11, levantó entre ambas disciplinas 23 copas, convirtiéndose así en la jugadora de fútbol con más campeonatos en el Ciclón. La sigue el «Pipi» Romagnoli con seis títulos. Y, como si esto no fuera poco, el 12 de abril junto a Maca Sánchez, se convirtió en la primera jugadora en firmar un contrato profesional en el fútbol argentino.

Uruguay, 2016. San Lorenzo visitaba a Río Negro City en un partido de Copa Libertadores por el tercer y cuarto puesto en Futsal Femenino. A los 14 minutos del primer tiempo, el equipo de Boedo ya ganaba por 3-0 y controlaba el juego. En una jugada de contra, la pivot azulgrana controló de espalda la pelota y se la dejó a Eli Medina. La capitana la picó con la zurda desde atrás de mitad de cancha y la clavó por encima de la arquera. Golazo y 4-0.  Sus compañeras la fueron a abrazar. Eli, con la cinta de capitana, su rodete bajo característico con el que se ata el pelo y la 8 en la espalda, festejó parada y cagándose de risa. Miró al banco de suplentes y se señaló sus botines plateados.

– Ese fue el gol más lindo que metí. Me acuerdo de que el día anterior al partido, me compré un par de botines plateados. Yo los quería estrenar, pero el técnico no quería que los usara porque me iban a lastimar e iba a jugar incómoda. Los usé igual. Pateé desde atrás de mitad de cancha con la zurda, yo que tengo menos zurda… Lo recuerdo porque fue un lindo gol, con botines nuevos y con la zurda. En ese momento, lo miré y me señalé el botín.

¿Descalza o con botines?

Eliana Medina nació en Marcos Juárez, Córdoba, hace 32 años. Juega desde que tiene memoria. Su primer recuerdo, por la Coca en el campito frente a su casa. Para poder jugar, recuerda que se guardaba la plata que le daban para merendar. Con eso compraba la Coca que más tarde, en la mayoría de los casos, se convertiría en su merienda. Cuando llegaba a su casa desde el colegio, tiraba la mochila, el guardapolvo y las zapatillas a un costado y cruzaba la calle para ir a jugar con sus hermanos, primos y amigos. Durante años fue la única mujer.

Me gusta jugar descalza. Cada vez que vuelvo a Córdoba, juego descalza con mis sobrinos en el campito como cuando era chica. Tenía que jugar descalza porque no podías volver con las zapatillas del colegio sucias. Era un problema.

– ¿Y tus primeros botines cuando llegaron?

– Mis primeros botines se los robé a mi hermano. Él es zurdo y por una razón inexplicable siempre rompía el botín derecho. El zurdo le quedaba intacto. Mi mamá le compraba un par de botines cada tres, cuatro meses. Yo agarraba los viejos, le ponía cinta al derecho y me quedaba con esos.

Al campito y la Coca se les suma una vecina que les pinchaba las pelotas para que no jugaran más cerca de su casa.

– En el campito muchas veces la pelota se iba lejos. Si ibas perdiendo, tenías que salir corriendo a buscarla para no perder tiempo. El problema estaba cuando se pinchaba o, incluso, una vecina nos la rompía a propósito. Esa señora nos odiaba. Cada vez que nos devolvía la pelota reventada porque le clavaba el cuchillo nos miraba y nos decía: “No tiren más la pelota porque se las voy a devolver todas igual”. Si faltaba mucho y estábamos en la mitad del partido, jugábamos igual con la pelota pinchada.

Cuando cumplió 12 años, un grupo de mujeres la convocó para sumarse a jugar con ellas en torneos relámpago por Córdoba y Santa Fe. Era la primera vez que jugaba con chicas y era la primera vez que su mamá le compraba sus propios botines para que pudiera participar del torneo.

– Eran señoras de 40, 50 años. Me prendí un año con ellas. No eran campeonatos. Eran torneos relámpago que duraban todo el día. Así pasábamos el fin de semana. Yo era la hija de todas.

En aquel equipo, estuvo un año. Al año siguiente jugó con chicas más jóvenes en Córdoba y, a los 14 años, se mudó a Buenos Aires para fichar por su primer club, Independiente. Y, dos años más tarde, por San Lorenzo.

“Que las cuenten como quieran”

El pasado jueves 18 de abril, las Santitas le ganaron a Kimberley por 4-3 en la Supercopa 2019 de Futsal. Eli Medina metió el 4-0 parcial. La robó cerca de mitad de cancha, se fue por la izquierda, metió un pase al medio para una compañera que llegaba sola y la empujó en el segundo palo como pudo, con el pecho. Cuando terminó el partido, las jugadoras sacaron una bandera con 20 estrellas y se encargaron de pintar en negro una estrella más. Al lado de las estrellas, un mensaje: “Que las cuenten como quieran”. A las estrellas, a los campeonatos de las jugadoras de Futsal, pero por qué no también a los campeonatos de Eli en San Lorenzo.

Llegó al club cuando tenía 16 años. Vivió más tiempo en San Lorenzo que en su ciudad natal. Primero, se incorporó a Fútbol 11 y, más tarde, cuando se abrió la disciplina en 2004, se incorporó también a Futsal con varias de sus compañeras. A los 21 campeonatos de Futsal, se les suman los dos torneos de AFA que ganó en el 2009 y 2015 con Fútbol 11. Los 23 campeonatos la convierten en la jugadora de fútbol más ganadora del club. Detrás de ella, está el «Pipi» Romagnoli.

Eli pasa la mayor parte de su tiempo en el club. A la mañana, trabaja en la Sede de Avenida La Plata en el sector de Archivos. A las 15, todos los días, entrena. Tres veces por semana con Fútbol 11 y dos veces por semana con Futsal. Después, entrena a la Cuarta y Quinta de fútbol femenino de San Lorenzo y, dos veces por semana a la noche, entrena al equipo femenino de Futsal de Parque Chas.

– ¿Cómo es entrenar a las jugadoras más chicas del club?

– La Cuarta son nenas de 14, 15 años que están en la peor edad. Muchas veces vienen mal o se pelean, y tratamos de bajarlas. Más que enseñarles a jugar, nos enfocamos mucho en la parte humana. Nos ha tocado de estar mal futbolísticamente, pero muy bien en lo grupal y ganar todo. Entonces, nos enfocamos en que el grupo, primero, esté bien.

– ¿Y en la Quinta cómo se manejan?

– En la Quinta, la dificultad está porque no tienen una base. Es todo nuevo, empezar desde cero. A diferencia de un nene que fue a una escuelita, la mayoría de las chicas jamás jugaron. Entonces se les enseña a parar una pelota, por ejemplo.

– ¿Qué te gusta más: futsal o campo?

– Son dos disciplinas totalmente diferentes. Para la jugadora de futsal llevarlo a cabo en 11 es más fácil. Es más fácil por el espacio reducido. Al revés, el espacio a veces cuesta. En Futsal corrés dos metros y te quedas sin cancha. Creo que una jugadora que tiene las características de correr y meter le cuesta adaptarse al Futsal. En cambio, es más fácil para una jugadora más pensante que para la jugadora que va, va, va.

– Entonces, ¿qué te gusta más?

– Creo que Futsal.

Probablemente, porque Eli Medina se caracteriza por ser una jugadora pensante.

El sábado 20, dos días después de ganar la Supercopa 2019, jugó en La Quemita el clásico contra Huracán por la Zona Campeonato del Torneo de AFA. En el césped, Eli también lleva la cinta de capitana. También se ata el pelo con un rodete bajo. Pero, ahora, lleva la 10. Es quien maneja la mitad de la cancha. Juega al primer toque y siempre se la pasa a una compañera. Se encarga de las pelotas paradas y, si bien no habla mucho adentro de la cancha, cuando termina el partido –con victoria de San Lorenzo 2-1– es la encargada de agarrar las botellas de agua y tirárselas a sus compañeras para festejar.

– ¿Cómo sos adentro y afuera de la cancha?

– Por ahí, adentro de la cancha no soy de las que más habla, pero sí trato de tranquilizar si veo a compañeras enojadas con el árbitro o con otras jugadoras. Afuera, trato de hablar mucho con las más chicas. Sobre todo con las que están en la pensión. Sé lo difícil que es estar lejos de la familia. Trato de contenerlas, de hablarles y que no se sientan tan solas en Buenos Aires.

– ¿Cambiaste con los años o siempre fuiste así de tranquila adentro de la cancha?

– Lo aprendí con el tiempo. En el campito, si les pegaban a mis hermanos o primos era para problemas. Era complicada de chica. Siempre saltaba, me he agarrado con más de uno. Ya en Buenos Aires, tuve una época también en donde si tocaban a una compañera me ponía como loca. Sufrí tres expulsiones. En todas me dieron 4 fechas de suspensión, pero ya aprendí e, incluso, soy yo la que ahora tranquiliza a mis compañeras.

– ¿Y alguna otra similitud entre tus en el campito y tus primeros años en Buenos Aires?

– Quizás, así como me organizaba con mis hermanos y primos para juntar la plata para comprar la Coca, algo parecido hice durante mis primeros años en Independiente. En aquel tiempo, no teníamos viáticos y muchas veces no nos alcanzaba para la comida. Entonces, cada vez que Independiente hacía de local nos dejaba vender rifas en la cancha y esa era la plata con la que vivíamos. También, cuando vivía en Dock Sud con Luky Sandoval caminábamos desde la pensión hasta el predio cruzando el acceso. Y ahí juntábamos latitas que Luky, después, se encargaba de venderlas.

– ¿Cómo es tu relación con Luky? Ella dice que sos como una hija…

– Viví dos años con ella. Y siempre fue la mamá de todas. Viste cómo es Luky. Adentro de la cancha habla sin parar. Termina el partido y sigue hablando. Fue muy importante su apoyo para mí. Jugamos juntas en San Lorenzo e Independiente.

“El fútbol profesional es una lucha colectiva”

Como si no fuera poco ser la jugadora más ganadora de San Lorenzo, Eli Medina se convirtió el 12 de abril junto a Maca Sánchez en la primera jugadora del fútbol argentino en firmar un contrato profesional con un club.

Aquel día, San Lorenzo dio la noticia que 15 jugadoras del primer equipo iban a firmar un contrato profesional. Durante la conferencia de prensa, Eli Medina dijo: “Esto es un gran paso. Sé que la cosa no puede quedar acá. No puede quedar en 15 contratos. Hay que pelear porque sea todo el plantel. Hay que pelear porque no solo el fútbol de Primera A sea profesional, sino también el fútbol del Interior. Es paso a paso. Este es un gran paso, pero hay que seguir ayudándonos entre todas”.

– ¿Qué te genera saber que sos la jugadora más ganadora del club y, ahora, la primera en firmar un contrato profesional?

– No me gusta mucho que me lo digan. Si bien sé que peleé muchísimo para esto, no me siento cómoda. El fútbol profesional es una lucha colectiva más allá de haber sido yo o Maca las primeras en firmar un contrato. Sí siento orgullo de que San Lorenzo sea el primer club porque sé todo lo que se luchó para que esto se pueda dar.

El campito de Marcos Juárez y San Lorenzo son los dos lugares en los que Eli se siente cómoda. La enrojece cada vez que alguien le dice todo lo que logró como jugadora del Ciclón. Se pone incómoda cada vez que la reconocen. Cuando en el barcito de la esquina de Avenida La Plata y Avelino Díaz, el mozo, mientras le sirve el café, la mira y le pregunta si no es ella jugadora de San Lorenzo, Eli mira hacia otro lado mientras asiente con la cabeza. En cambio, descalza o con botines y con una pelota en sus pies es donde mejor se desenvuelve. Y, es por eso, que para conocerla a ella es mejor hablar de su relación con el fútbol: de su pausa adentro de la cancha, de cómo aplaude cada vez que una compañera erra un pase, de sus títulos. Ahí sí, que su historia la cuenten como quieran.

Por: Delfina Corti

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