En Campo de la Ribera, ex centro clandestino de detención durante la última dictadura, hay una cancha que fue testigo de más de 4000 secuestros de personas, algunas de las cuales siguen “desaparecidas”. Hoy, en esa cancha, funciona una escuelita de fútbol femenino de la que participan alrededor de 25 chicas de entre 6 y 17 años.

Durante los años de la última dictadura, los militares dejaban que los vecinos jugaran al fútbol en La Ribera, pero hasta ciertas horas. La mayoría de quienes pisaban esa cancha de barro eran chicos que estaban metidos en todos lados sin saber el peligro que los rodeaba.

“Nosotros jugábamos al fútbol al frente de La Ribera, en una de las canchitas que había, y sonaba una alarma y le teníamos terror porque cuando sonaba sabíamos que salían tanquetas, soldados corriendo, como una alarma general. A veces también se sentían disparos, nosotros observábamos las tanquetas porque temblaba todo en casa”, cuenta un testigo y vecino en aquellos años del Campo de la Ribera en La historia que nos parió. Memorias del terrorismo de Estado en el barrio.

Luego de la dictadura, en 1989, la provincia de Córdoba adquirió los edificios para utilizarlos como establecimientos educativos hasta que en 2010 se inauguró el Espacio para la Memoria, Promoción y Defensa de los DDHH Campo de la Ribera. Hoy, la pelota resignifica el lugar. La escuelita Somos Nosotras surgió en octubre de 2017 y es un proyecto de la organización de mujeres Abriendo la cancha. Desde hace más de dos años, el fútbol funciona como un espacio de intercambio, reflexión y encuentro para jugadoras.

“Al fútbol lo entendemos como un proyecto social donde vienen chicas de sectores populares y empobrecidos”, señala Florencia Bracco a HoySeJuegaFem, integrante de Abriendo la Cancha. “La escuelita es totalmente gratuita y es un espacio de trabajo social”.

“Hermosas canchas de tierra”

Los sábados a las diez de la mañana, el grupo de chicas que juegan en la escuela Somos Nosotras se juntan en la canchita de La Ribera. Algunas llevan botines y otras, zapatillas deportivas. Algunas se calzan el short, otras juegan en jogging o jean. Y las que van a entrenar con la camiseta de su equipo saben que la siguiente clase tendrán tarea extra: tienen que llevar el nombre de alguna jugadora de su club para visibilizar que las mujeres también juegan al fútbol y que, en Argentina, las jugadoras tiene una historia que durante tiempo les fue negada. En Somos Nosotras no se juega únicamente con la pelota. Es un ida y vuelta constante.

“La escuelita surge como la necesidad de transmitir y organizar espacios de la infancia. En algún momento, en nuestra infancia, se nos censuró el fútbol. Se convirtió en un ejercicio del cuerpo en el que no debíamos mostrarnos como mujeres. Y muchas dejamos de jugar. Somos Nosotras es el resultado de reencontramos después de un trabajo de conciencia”, cuenta Adelaida Gómez en el corto “Abriendo la cancha. Nosotras que caminamos juntas”.

“Donde rueda la pelota, hay encuentro”, dicen unas letras pintadas a mano en una remera blanca en la canchita de La Ribera. Somos Nosotras funciona como un espacio de encuentro de mujeres, donde las más chicas juegan sin el estigma de que el fútbol es un deporte masculino.

“Recuerdo que cuando era chica no había un espacio libre y gratuito donde hubiera una profe que me dijera `vení, jugá´. Siempre jugué en la calle, en hermosas canchas de tierra. Pero, también, siempre estaba esa cosa de decirte `marimacho, gamboa´, de pegarte fuerte. Y una llegaba a su casa y se preguntaba: `¿Por qué si me divierto tengo que sentir esa sensación de insatisfacción?´”, dice Patricia Ruiz en el corto “Abriendo la cancha. Nosotras que caminamos juntas”.

Un juego con y sin pelota

En Somos Nosotras, las jugadoras no solo entrenan. Aprenden sobre el deporte a través de diferentes actividades. “Nos juntamos y hacemos prácticas de fútbol, pero también es importante trabajar el fútbol como lo que es, un juego. Los juegos nos acercan, construyen valores y te hacen ser feliz. La escuelita es un espacio de juego y contención”, cuenta Adelaida Gómez.

La organización Abriendo la Cancha nació, precisamente, con el objetivo de motivar el intercambio, la reflexión y la promoción del fútbol femenino. HoySeJuegaFem charló con Florencia Bracco, una de las integrantes del colectivo. La lista se completa con Adelaida Gómez, Patricia Ruiz, Regina Actis, Laura Báez, Carmen García, Emilse Gauna, Emilse Nacayama, Estefanía Contreras, Laura Consolini, Mariana Magliano, Ayelén Bruno, Paola Gatto, Julieta Escuti, Gaby Martínez, Débora Majul, Ailín Correa y Nadia Esteves. “Somos mujeres que nos encontramos en las canchas de fútbol, en distintos momentos de nuestra historia personal. Ahora, estamos pensando una historia colectiva”, se autodefinen.

-¿Cómo contribuye la escuelita Somos Nosotras en la construcción de las subjetividades?

-El grupo se construye desde adentro. Cuando llega una nueva jugadora, se le marca desde adentro la pauta. Sobre todo en el trato, a respetar a la compañera. Se diferencia la competencia del proceso de aprendizaje. Además, complementamos el juego con otras actividades.

-Y como parte del Espacio de la Memoria Campo de La Ribera, ¿trabajan con actividades relacionadas a los Derechos Humanos?

-Trabajamos con la memoria histórica a través de actividades educativas. Por ejemplo, hicimos recorridos en el sitio y, también, en el Espacio de la Memoria La Perla. Además, recibimos chicas de la facultad para trabajar la violencia de género en los barrios. De esta manera, se generan espacios de conversación, de escucha, de confianza.

En la escuelita Somos Nosotras se juega con y sin la pelota. “El fútbol nos da la posibilidad de desarrollarnos como mujeres que habitan el cuerpo, habitan espacios, habitan placeres. Y, lo más importante, es un espacio de encuentro donde mujeres comparten con otras mujeres. Ese compartir con una compañera es lo que da sentido”, enfatizan las integrantes de Abriendo la Cancha.

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